Cada vez que mi hija me desviaba de mi horario, me decía a mí misma: «No tenemos tiempo para esto». Así que las dos palabras que más usaba con mi pequeña amante de la vida eran: «Date prisa». Y aunque las palabras conseguían poco o nada, las pronunciaba igualmente. Más que «te quiero».
2 respuestas a “El día en que dejé de decir «date prisa»”